Artículo Especial
¿Y por qué no…? Desmitificando la investigación
And why not…? Demystifying research
2023;3:10-13. DOI: 10.20986/mpj.2023.1048/2023
Miguel Ángel Reina1, Anna Server2
1Universidad CEU San Pablo. Hospital Universitario Madrid-Montepríncipe, 2Hospital Universitario Vall d’Hebron
Recepción: 17 febrero 2023
Aceptación: 17 febrero 2023
Publicación: 28 febrero 2023
Resumen
Este artículo de motivación es una reflexión que nos dibuja una puerta de entrada a quienes piensan que la investigación podría ser una oportunidad en su vida, para completar una faceta inexplorada por muchos, que permitiría ver el día a día de nuestra profesión desde otra perspectiva más estimulante y enriquecedora. Es una vista atrás de quienes ya recorrieron ese camino, transmitiendo las dificultades que encontraron en su entorno y cómo encontraron la luz que les guió a un buen puerto a pesar del pesimismo de quienes observaban desde la orilla.
Palabras clave: Motivación, investigación, desafío
Abstract
This motivational paper is a reflection that provides a gateway to those who think that research could be an opportunity in their lives, to complete a facet unexplored by many, which would allow us to see the daily life of our profession from another more stimulating and enriching perspective. It is a look back at those who have already traveled this path, transmitting the difficulties they encountered in their environment and how they found the light that guided them to a good harbor despite the pessimism of those who watched from the shore.
Keywords: Motivation, research, challenge
Artículo Completo

… ¿Y por qué yo no puedo investigar?… Si hay quienes investigan…

Necesito reflexionar… Investigar es algo que siempre quise hacer, pero hasta ahora nunca pude. Ya llevo años trabajando en hospitales. Primero debía formarme en mi especialidad, aprender la teoría, adquirir experiencia en todos los procedimientos y hacerme cargo de muchos pacientes en quirófano.

He cumplido con todas estas exigencias, con todo lo que se esperaba de mí, al igual que mis colegas.

He adquirido la experiencia, la seguridad y la confianza para desarrollar mi práctica asistencial. Ha pasado el tiempo y cada día siguen repitiéndose las patologías, los procedimientos y las técnicas, y ya me siento con las ganas y las fuerzas para avanzar un poco más y empujar esa frontera del conocimiento que aplico cada día, pero ahora agregando mi experiencia. Si me preguntas… aún no sabría definir mi objetivo, aún no tengo claro qué quiero buscar.

Ya llevo mucho escuchando sobre la tríada “asistencia, docencia e investigación” como áreas a desarrollar, como si de verdad fuese cierto. Así lo mencionan cada vez que se compite por una plaza de jefatura, haciendo una declaración de intenciones sobre las áreas a las que dedicará sus esfuerzos, cuando de él/ella dependa la dirección del Servicio… Aunque esas palabras en la práctica tienen el mismo valor que las promesas de los políticos… Algunos dirían: “no se les vio, ni se les espera”.

En la práctica no he visto aplicar esa tríada, no he visto cambios con la llegada de nuevos responsables, quizás porque la asistencia ocupa casi todo el tiempo, realmente todo el tiempo.

¿Pero quién me impide que pueda empezar a investigar…? Es posible que haya llegado esa hora. Si no surge como una oferta institucional, quizás lo pueda hacer de otra manera, siguiendo otros caminos. Pero como toda área nueva e inexplorada en la vida, pienso que resultará todo un desafío.

Realmente no sé ni por dónde empezar. Me gustaría acercarme a alguien que ya haya navegado en esas aguas para ver si puedo adquirir esas habilidades aún desconocidas para mí, descubrir ese mundo que todavía no he vivido, y que ni sé si me gusta.

Pero como seguro todos me entienden, el miedo a no saber cómo avanzar por ese camino me paraliza y enlentece mi decisión para empezar, buscando siempre alguna justificación para no iniciar de forma organizada esta nueva aventura de mi vida.

Llegado a este punto y mirando al espejo me pregunto “¿y por qué no…? ¿Por qué no entrar en esa nueva dimensión en apariencia reservada a unos muy pocos?”

El espejo no tiene filtro y me responde rápido… Quizás porque nunca investigaste, porque no dispones de equipos ni de un laboratorio propio, porque no dispones de becas para comprar lo que necesitas, porque tu jefe no te ofrece parte de tu horario laboral para investigar, porque no dispones de un apoyo institucional…

Yo pienso que el espejo es duro conmigo, y quizás ahora es momento de demostrarme a mí mismo que yo sí puedo, que mis convicciones pueden llegar a ser más firmes y resistentes que las adversidades que me anuncian.

Quizás a modo preliminar debería revisar primero la vida de otros investigadores, qué han hecho otros en circunstancias similares, qué decisiones tomaron que yo aún no he escogido, cómo salvaron los mensajes negativos que siempre algunos me repiten como un mantra.

Debería pensar que si alguien ha podido hacerlo, aunque sean pocos…. ¿Por qué no puedo yo también hacerlo?

Cuando me acerqué a algunos de ellos, a los que yo admiro como investigadores, descubrí algo en común, una pasión por lo que hacían, una forma extraña de romanticismo, un estímulo positivo que les impulsa a seguir en una búsqueda incansable, como aquellos buscadores de tesoros que usaban todas sus fuerzas hasta la extenuación.

He de reconocer que no sabía que ese espíritu de búsqueda podría movilizar tanto en algunas personas. Todas son sensaciones que es necesario experimentar para entenderlas. Quizás la suelta de endorfinas nos agrade y nos lleve a repetir la experiencia y afrontar cuanta adversidad se nos presente en esta aventura.

Quizás en ese estado de aparente ensoñación probablemente será más fácil luchar contra todos los elementos, contra molinos de viento, contra todas aquellas posibles adversidades, que cuando son escuchadas en un principio desde luego no contribuyen ni motivan al inicio de ninguna investigación.

¿Qué más he visto en esos investigadores? Puede que no tengan recursos, o los que tenían se hubiesen agotado, pero siempre aportan su único capital, su tiempo, y lo hacen como si de un hobby se tratase. Pero cuando los conocemos más rescatamos otros sentimientos, la necesidad de cumplir una misión, aprovechando hasta el final los mínimos recursos que logran recolectar a su alrededor.

Para crecer y sortear las dificultades, para interrelacionarse con otros es necesaria una conducta, unos valores como la humildad, sabiendo que competirás con equipos de investigación de otros países muchas veces más potentes; el buen hacer, intentando buscar perfeccionar todas las técnicas de análisis siendo suficientemente crítico con los errores propios, para mejorar el método y asumir los fracasos; la honradez aplicada a los resultados y a las conclusiones, evitando dibujar lo que nos gustaría ver, redactando en el artículo estrictamente los resultados encontrados, aunque su número fuese escaso.

Pero espejo…, más allá de lo anterior, en la práctica, ¿cómo esos pocos elegidos sin recursos logran sus objetivos?… ¡¡¡Probablemente, adaptando los recursos disponibles con imaginación!!!

Cada tipo de investigación tiene sus necesidades. Un atributo de un investigador debe ser su imaginación, ese niño que no se cansa de preguntar y propone lo que para muchos serían fantasías, categoría que se transforma en descubrimiento cuando logra llegar a la Oficina de Patentes.

Uno de esos investigadores me contó que como no disponía de nada más que ideas, intentaba suplir las carencias con ocurrencias, que dejaban de ser descabelladas cuando un día se conseguían. Los equipos de investigación que necesitaba eran caros, mantener un laboratorio era caro. Pero él había visto que muchos laboratorios de investigación, en su mayoría de financiación estatal, estaban infrautilizados, tenían equipos muy caros, pero les faltaba con frecuencia algún material fungible relativamente barato para que funcionasen. Vio que los pequeños salarios de esos funcionarios no contribuían en la motivación de los responsables de esos lugares, en la práctica investigaban poco y publicaban menos. Realmente una gran pérdida de recursos materiales y humanos.

Y ahí nacen las ideas quijotescas… ¿Y si invitamos a esos funcionarios a participar en nuestros proyectos contagiándoles con nuestra motivación?, ¿y si usamos esos equipos ajenos contribuyendo nosotros con una mínima cantidad de recursos para comprar lo que no tienen?, ¿y si les hacemos sentir a ellos partícipes y coautores de nuestros trabajos?, ¿y si les transmitimos la sensación de pertenencia a un equipo con ideas muy claras, que avanza a pesar de las adversidades, que tiene hambre por llegar, y llega a buen puerto?

Pero para captar la colaboración de desconocidos se necesita otro atributo, la generosidad. Partir de la experiencia vital de saber compartir sabiendo que perderemos parte, pero en realidad no perdemos nada, invertimos una parte nuestra para beneficio de otros. Es mucho más útil compartir coautorías de un trabajo que alcanzará su publicación en una revista americana de alto impacto, que ser el único autor de la revista publicada por la cofradía de nuestro pueblo.

Pero para ello también es necesario cultivar la amistad con todos aquellos que puedan aportar a nuestro trabajo, buscar a los que más saben para aprender de ellos y encontrar su apoyo. Un apoyo que intentará suplir la ausencia de profesores de investigación durante nuestro periodo formativo. Ahora pienso que ojalá hubiese tenido esos profesores para aprender de forma reglada a investigar, evitando formas autodidactas menos efectivas, que obligan a perder más tiempo y recursos.

Después de estas reflexiones frente al espejo me siento más abierto a investigar y me pregunto quién metió en mi cabeza que no podría investigar, que eso no era para mí, que la investigación está reservada para otros… Quizás aquellos que nunca investigaron…, aquellos que cuando era residente me proponían hacer un póster después de enterarse de que era muy apetecible visitar la ciudad donde se organizaba un Congreso.

Ahora entiendo que la investigación cuando se asume, cuando se vive, no es para un rato, no tiene el objetivo de engordar un currículum, aunque también lo haga, es una experiencia de vida que se alcanza solo si superamos el miedo a abrir la puerta y a salir a jugar con el resto de “niños”.

Cuando transitas por ese camino y descubres todas las sensaciones que se despiertan en tu interior, cuando compruebas que tu esfuerzo puede ayudar a muchos pacientes, a millones de pacientes a quienes jamás conocerás, ni ellos a ti, que puede influir en la toma de decisiones de muchos colegas, y que tu mensaje pervivirá más allá de tu muerte, entonces entiendes que la investigación no es el ejercicio de un alumno en su trabajo de Fin de Grado, entiendes que es una necesidad irrefrenable que tienes que cumplir, encuentras que tu vida tiene una misión más allá del trabajo asistencial que realizas cada día.

Espejo, espejito, ¿aún estoy a tiempo o ya he perdido el tren? ¿Cuál es la mejor edad para investigar? No hay una edad definida para empezar. Es recomendable que hayas completado tu formación como especialista, que hayas alcanzado alguna experiencia en algún campo para que partas del conocimiento que ya todos dominan, lo básico, y a partir de ahí tu motivación te permita profundizar en tus conocimientos y sentir que por vez primera tú llegas a ver algo hasta ese momento desconocido, algo que nadie vio, algo diferente… Y seguramente, en ese primer momento no lo puedas compartir ni festejar con nadie, como quien descubrió un nuevo continente o pisó por primera vez la luna.

La mejor edad es cuando se despierta la inquietud por hacerlo, y cuando se dispone de un tiempo para invertir en esta aventura.

Estoy solo, ¿podré hacerlo? Si no sabes cómo empezar acércate a algún equipo que ya esté funcionando, a algún amigo que ya haya iniciado este camino. Internet te permitirá iniciar buenas relaciones con equipos localizados fuera de tu ciudad, y aún más lejos, en otros países. Seguramente harás nuevos amigos con quienes compartirás nuevas vivencias que te harán crecer, te fortalecerán y te harán sentir mejor.

He de decir que siempre se investiga mejor en compañía que en soledad, y que nuestra puerta está abierta para recibirte y escucharte.

Nuevo comentario
Comentarios
No hay comentarios para este artículo.
Bibliografía
Contenido no disponible.
Multimedia
Contenido no disponible.
Instrucciones para citar
Reina M, Server A. ¿Y por qué no…? Desmitificando la investigación. MPJ. 2023;3:10-13 DOI: 1020986/mpj20231048/2023


Descargar a un gestores de citas

Descargue la cita de este artículo haciendo clic en uno de los siguientes gestores de citas:

Métrica
Este artículo ha sido visitado 636 veces.
Este artículo ha sido descargado 17 veces.

Estadísticas de Dimensions


Estadísticas de Plum Analytics

Compartir
Valoración del lector:
Valora este artículo:
Los artículos más leídos
20 mayo 2021
Artículo Especial
Esperanza Regueras Escudero1, José López Guzmán1
1Universidad de Navarra. Pamplona
5 abril 2021
Revisiones
Borja Mugabure Bujedo1, Miguel Marín Paredes1, Deiene Lasuen Aguirre2, María Luisa Franco Gay2
1Unidad del Dolor. Servicio de Anestesiología, Reanimación y Tratamiento del Dolor. Hospital Universitario de Donostia. San Sebastián, 2Unidad del Dolor. Hospital Universitario de Cruces. Barakaldo
5 abril 2021
Original
Esperanza Regueras Escudero1, José López Guzmán1
1Universidad de Navarra. Pamplona