Editorial
A mi amigo Enrique Reig
To my friend Enrique Reig
2022;2:84-85.
David Abejón González1
1Grupo Quirón Salud. Universidad Europea de Madrid
Recepción: 5 septiembre 2022
Aceptación: 5 septiembre 2022
Publicación: 13 septiembre 2022
Resumen
En este fatídico mes de agosto hemos perdido dos grandes figuras en el tratamiento intervencionista del dolor: Menno Sluijter y Enrique Reig. Ambos han sido grandes personajes en el mundo de la ciencia, aunque Enrique para mí ha representado todos los valores que hoy en día tengo, no solo como un mero científico sino como persona, como amigo, como padre putativo. Creo que hablo por todos si digo que es una de las figuras más controvertidas en el mundo del tratamiento del dolor, pero que casi todos hemos aprendido algo de él.
Hombre de fuertes convencimientos, fuerte carácter y una increíble personalidad, que logró que el tratamiento del dolor no fuera solo un “tryptizol 0-0-1”, sino que elevó el tratamiento del dolor a un escalón superior y nos abrió el camino a algo nuevo, con nuevas técnicas y nuevo manejo de la terapia, con una dedicación exclusiva al tratamiento de los pacientes y al alivio del dolor.
¡Gracias por tanto Enrique!
Pero nunca te irás, siempre estarás a mi lado.

“Cuando camines a través de la tormenta, mantén la cabeza bien alta, y no le tengas miedo a la oscuridad, al final de una tormenta hay un cielo dorado.”
Palabras clave: In memorian, Enrique Reig
Abstract
In this fateful month of August we have lost two great figures in the interventional treatment of pain: Menno Sluijter and Enrique Reig. Both have been great figures in the world of science, although for me Enrique has represented all the values that I hold today, not only as a scientist but also as a person, as a friend, as a putative father. I think I speak for everyone if I say that he is one of the most controversial figures in the world of pain treatment, but that almost all of us have learned something from him.
A man of strong convictions, strong character and an incredible personality, who managed to make pain treatment not just a "tryptizol 0-0-1", but who elevated pain treatment to a higher level and opened the way to something new, with new techniques and new management of therapy, with an exclusive dedication to the treatment of patients and the relief of pain.
Thank you for so much Enrique!
But you will never go away, you will always be by my side.

“When you walk through the storm, keep your head held high, and don't be afraid of the dark, at the end of a storm there is a golden sky.”
Keywords: In memorian, Enrique Reig
Artículo Completo

“A day in the life” (The Beatles).

Cuando quieres hablar de un científico en el momento de su adiós te planteas qué se debe resaltar o cómo demostrar que era el mejor, no solo para ti por el cariño que le tienes, sino para que el resto entienda y llegue a pensar lo mismo que tú. Por lo tanto, entre científicos intentamos dar a conocer su faceta profesional enumerando los artículos y capítulos de libros: que fue el primero en hacer tal cosa o tal otra, que introdujo esta técnica, que realmente fue él quien hizo por primera vez ese procedimiento… Pero para mí eso no refleja lo que somos como científicos, ni para mi amigo tenía mayor importancia; siempre lo hablábamos en su casa con un vino, él, y una cerveza, yo, y siempre decía lo mismo, “a mí eso me da igual”, y ¡era verdad!, que es lo más extraño.

En este caso, los artículos que tiene mi amigo Enrique Reig publicados, aunque no los voy a mencionar, nadie sabe el valor doble que tienen. Se “cabreaba” cuando le mandaban correcciones, “¿pero qué sabe este?, si lo hago yo…”; qué ¡GRANDE!, pues así era y por eso mi reconocimiento y mi escrito y mi sentir es otro que el meramente escrito por un científico que cuente qué aportaciones ha hecho en este campo otro científico, aunque este último sea enorme.

Qué aportaciones digo… ¡Si lo aportó todo! Qué valor, ¿no? ¡En el hospital que se formó, el nivel profesional que le rodeaba y se va a “Dolor”! Qué cabeza más privilegiada, qué visión de futuro, qué ganas de ayudar a la gente, qué ganas de ayudar a los pacientes.

Y paso a enumerar su LEGADO: siempre se trabajaba en silencio, rápido, limpio y de forma excelsa, no entendía otra forma de hacerlo.

Tu GRANDEZA. Siempre recomendabas lo mejor, me enviaste a rotar con los mejores, pero ninguno de ellos tenía a mis ojos tu fuerza, tu clarividencia, tu carácter ni tu luz, que llenaba el quirófano cuando entrabas a enseñar a mis maestros cómo hacer un “disco” o un “trigémino”, qué grandeza, qué limpieza, qué bonito fue para mi compartir a tu lado mis experiencias durante más de 10 años.

Tu CARÁCTER… “¿Qué pasa?, ¿qué quieres?, ¿tienes otro hijo, Abejón?” eran el inicio del 90 % de las conversaciones telefónicas; esto da para otro editorial, pero noble, eres muy noble; desde donde estás lo eres y siempre lo serás para mí. Siempre educaste, enseñaste y no guardabas nada para ti, para diferenciarte de los demás. Me diste todo, y un editorial es corto para poder expresarlo, incluso conseguí lo que nunca podría imaginar, sentarme en tu silla, en tu unidad, en tu hospital, yo me limpiaba antes de sentarme en ella cada mañana para no estropearla y luego me ayudabas como siempre para salir de todos los problemas que no sabía solucionar. Seguro que te acuerdas de dónde estábamos cuando me llamó el gerente, y seguro que te acuerdas de dónde fue la cita; seguro que allí donde estés te acuerdas del abrazo, cuánta ayuda tan desinteresada. Qué habría hecho sin ti.

Tu LUZ. Es la luz que nos deja ver este camino tan especial del tratamiento del dolor. Las nuevas generaciones no han tenido la suerte de nosotros, que hemos podido verte y oírte. Uff… Qué fuerte, qué calidad, qué conocimiento de la materia a tratar, qué experiencia en lo que hablabas o hacías… Mira que ¡hasta parecía fácil!

Cuando hacías algo brillaba, y la gente no sabía el porqué, pero tampoco tuvieron la suerte de poder pasar todos los sábados por la mañana estudiando para un examen, escribiendo para publicar, ¡ideando cómo diseñar técnicas, para luego comer y ver el fútbol! Qué grandes tardes arreglando el mundo, qué de ideas, qué de enseñanzas…

Ver el fútbol digo… No sé si te gustaba más el fútbol o que anduviéramos por ahí fastidiando Juan Carlos y yo, pero ¡qué tardes!

“¡Después de comer ya no se trabaja, eh!”; a la orden mi capitán…

Una vez, para terminar sobre tu manera de vivir, tu manera de ser, te dijimos Paco Gómez Armenta (“el de Cádiz es muy majo, ¿no?”, “sí lo es Enrique” [nunca supe si llamarte Enrique o Quique, porque siempre te llamaba “jefe”]) y yo que queríamos darte un premio en nuestro curso de cadáveres anual... Error: “a mí me lo das cuando me muera”. Lo lamento tanto, amigo, ahora ya sí puedo dártelo. Qué pena más enorme tengo maestro, ¿por qué eres tan rudo para todo?, ¿hasta en este momento? ¿Así tenías que hacerlo? Joder, qué pena tengo “tronko” (risas de Enrique, pero ¿cómo hablas así David?).

Te quiero mucho amigo, has sido lo mejor que me ha pasado en este extraño mundo laboral…

Pero nunca te irás, siempre estarás a mi lado.

Cuando camines a través de la tormenta, mantén la cabeza bien alta, y no le tengas miedo a la oscuridad, al final de una tormenta hay un cielo dorado.

Siempre a tu lado, con amor.

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Abejón González D. A mi amigo Enrique Reig. MPJ. 2022;2:84-85


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