Artículo educativo
Motivar al cambio conductual: del control a la aceptación
Motivating behavioral change: from control to acceptance
2025;5:31-35. DOI: 10.20986/mpj.2025.1090/2025
Carlos Suso Ribera1
1Universidad Europea (Madrid)
Recepción: 6 febrero 2025
Aceptación: 19 febrero 2025
Publicación: 14 marzo 2025
Resumen
El dolor persistente es una experiencia difícil que muchas personas intentan eliminar. Sin embargo, la lucha constante por suprimirlo puede generar frustración y afectar a la calidad de vida. Más que el dolor en sí, el problema radica en la expectativa de control absoluto sobre él, lo que puede llevar a estrategias ineficaces y sufrimiento adicional.
La desesperanza creativa explica cómo el esfuerzo continuo por controlar el dolor puede ser contraproducente. Metáforas como la persona en el hoyo o las arenas movedizas ilustran cómo algunas estrategias agravan el problema en lugar de solucionarlo. La “agenda de control”, basada en evitar o minimizar el dolor, suele fallar a largo plazo, limitando la funcionalidad y la satisfacción vital.
En contraste, la aceptación no implica resignación, sino una disposición a convivir con el dolor sin que este dicte todas las decisiones. La metáfora del tira y afloja ayuda a visualizar cómo soltar la lucha puede liberar energía para centrarse en lo realmente valioso. La aceptación activa y la autocompasión permiten reducir la angustia, favoreciendo una vida más plena.
La terapia de aceptación y compromiso (ACT) ha demostrado científicamente que cambiar el enfoque del control a la aceptación mejora el bienestar. Abrirse al dolor con curiosidad y valentía permite priorizar valores y objetivos personales, reduciendo el impacto emocional del sufrimiento. Aceptar el dolor no significa rendirse, sino elegir una vida significativa en la que el dolor no sea el protagonista.
Palabras clave: Aceptación, control del dolor, desesperanza creativa, terapia de aceptación y compromiso (ACT), bienestar psicológico.
Abstract
Persistent pain is a difficult experience that many people try to eliminate. However, the constant struggle to suppress it can lead to frustration and negatively impact quality of life. More than the pain itself, the problem lies in the expectation of absolute control over it, which can result in ineffective coping strategies and additional suffering.
Creative hopelessness explains how continuous efforts to control pain can be counterproductive. Metaphors such as the person in a hole or quicksand illustrate how some strategies worsen the problem instead of solving it. The “control agenda”, based on avoiding or minimizing pain, often fails in the long run, limiting functionality and overall life satisfaction.
In contrast, acceptance does not mean resignation but rather a willingness to live with pain without letting it dictate every decision. The tug-of-war metaphor helps visualize how letting go of the struggle can free up energy to focus on what truly matters. Active acceptance and self-compassion help reduce distress, fostering a more fulfilling life.
Acceptance and Commitment Therapy (ACT) has been scientifically proven to improve well-being by shifting the focus from control to acceptance. Opening up to pain with curiosity and courage allows individuals to prioritize personal values and goals, reducing the emotional impact of suffering. Accepting pain does not mean giving up—it means choosing a meaningful life where pain is not the main protagonist.
Keywords: Acceptance, pain control, creative hopelessness, acceptance and commitment therapy (ACT), psychological well-being.
Artículo Completo

Introducción: dolor persistente y la ilusión del control absoluto

El dolor persistente es una experiencia difícil y desagradable que, naturalmente, todos buscamos evitar o eliminar de nuestra vida. Las personas que lo padecen suelen desear con fuerza que desaparezca, guiados en ocasiones por pensamientos como: “No quiero tener dolor. No quiero pasarlo mal. Quiero sentirme bien. No quiero tener esta enfermedad”. Estas ideas son comprensibles y reflejan el deseo humano de estar bien, de eliminar el malestar y de vivir sin sufrimiento. Sin embargo, esta búsqueda continua de “estar bien” y de “no sufrir” puede convertirse en un esfuerzo interminable que termina afectando la calidad de vida y la percepción que uno tiene de sí mismo y de su entorno (1).

Los patrones de actividad y el funcionamiento cotidiano se ven influenciados por el dolor persistente, pero también por la interpretación que las personas hacen de este. Los pensamientos catastróficos (como anticipar el peor desenlace posible del dolor) no solo intensifican la percepción del dolor, sino que también llevan a patrones de conducta poco adaptativos, como la evitación de actividades significativas. De hecho, a menudo el problema no es la presencia del dolor en sí, sino la expectativa de que todos los esfuerzos que uno hace deben conducir a la eliminación completa de ese dolor. Cuando estos intentos fallan, se genera frustración y se refuerza la sensación de desesperanza. Pero, ¿y si el verdadero problema fuera el intento constante de luchar contra el dolor? Esta perspectiva nos invita a revisar nuestras ideas sobre el control del dolor y el malestar, cuestionando si es realmente viable o efectivo en todas las circunstancias.

Son ya muchos los estudios que apoyan la importancia de un cambio de perspectiva hacia la aceptación, ya que enfocarse exclusivamente en controlar o evitar el dolor puede resultar contraproducente, limitando la funcionalidad y la calidad de vida de las personas afectadas. En cambio, adoptar una actitud de apertura hacia el dolor permite reducir el impacto negativo del catastrofismo, facilitando patrones de actividad más flexibles y saludables que contribuyen a una vida más plena y significativa (2).

Desesperanza creativa: cuando la lucha es el problema

La desesperanza creativa es un concepto que describe la situación en la que nuestras estrategias para evitar o controlar el dolor no solo no funcionan a largo plazo, sino que acaban generando más sufrimiento. Es decir, el problema no radica únicamente en la presencia del dolor, sino en la insistencia en combatirlo sin éxito, lo que conlleva a una constante sensación de frustración. La palabra “desesperanza” surge de la idea de que el control absoluto sobre el dolor y otras formas de sufrimiento humano es, en gran parte, inalcanzable (3). Al reconocer esta limitación, surge la posibilidad de probar una nueva estrategia o enfoque, de ahí el adjetivo “creativa”.

Para ilustrar esto, consideremos la metáfora de la persona en el hoyo. En este ejemplo, una persona atrapada en un agujero intenta salir usando una pala, la herramienta de la que dispone solo hace que el hoyo sea más profundo. En vez de abandonarla, se aferra a la idea de que con el esfuerzo adecuado podrá liberarse, sin ver que el verdadero problema es la pala misma, la estrategia que sigue utilizando sin éxito. Algo similar ocurre en el caso del dolor persistente: el empeño constante en luchar contra él nos hunde y, en lugar de liberarnos, puede profundizar el sufrimiento.

Otra metáfora, la de las arenas movedizas, ejemplifica lo que ocurre cuando peleamos contra el dolor: mientras más se lucha para salir, más nos hundimos. Estas imágenes ayudan a visualizar cómo nuestras estrategias de control pueden llevarnos a un círculo vicioso. Para lograr un cambio, es necesario primero soltar esas herramientas y aceptar que luchar no siempre es la mejor solución.

Evaluando la agenda de control: ¿funciona realmente?

La agenda de control del dolor suele incluir una serie de estrategias que las personas han usado para evitar o minimizar el dolor: medicamentos, terapias, distracciones o incluso aislamiento social. Este enfoque refleja la búsqueda de soluciones rápidas que prometen o hacen pensar en que se puede eliminar de una vez por todas el dolor. Sin embargo, es importante preguntar: ¿qué tan efectivas han sido estas estrategias para eliminar el dolor a corto y largo plazo? ¿Han permitido vivir una vida plena o han acabado restringiéndola?

Muchos descubren, después de reflexionar, que aunque estas estrategias puedan ofrecer un alivio temporal, a largo plazo no eliminan el dolor ni logran que la vida sea completamente satisfactoria. En cambio, pueden intensificar el sufrimiento emocional, llevar a sentimientos de ansiedad, culpa o desesperanza y reducir la capacidad de experimentar otros aspectos de la vida. Esta reflexión invita a plantearse la posibilidad de que las soluciones intentadas, en lugar de resolver el problema, podrían estar agravándolo.

Una nueva agenda: aceptación en lugar de control

Aceptar el dolor no implica resignarse, sino abrirse a la experiencia de malestar como una parte de la vida en el camino de que esta sea lo más plena posible. Este cambio de perspectiva permite reorientar la energía hacia objetivos y valores significativos, en lugar de destinar todos los esfuerzos a eliminar el dolor. Este enfoque de aceptación, que puede resultar desafiante, es fundamental para retomar el control de nuestras decisiones, dejando de basarlas únicamente en la presencia o ausencia de malestar.

En este sentido, podemos pensar en la metáfora del juego de tira y afloja. Imagínate sosteniendo una cuerda que te conecta con el dolor, el cual tira con fuerza desde el otro extremo. Cuanto más te resistes y tiras, más agotado te sientes. La aceptación surge al soltar la cuerda, lo que no elimina el dolor pero sí permite que enfoques tu energía en otras áreas. Este acto de soltar no elimina la dificultad, pero crea un espacio de libertad, lo que puede ser profundamente liberador y efectivo.

Para muchas personas, aceptar el dolor parece una postura casi imposible o incluso indeseable. La idea de “rendirse” a una situación tan difícil puede provocar incomodidad e incomprensión, ya que solemos asociar la aceptación con pasividad o derrota. Sin embargo, aceptar no significa conformarse ni abandonar la posibilidad de mejorar. La aceptación implica reconocer la realidad del dolor sin que esto defina toda nuestra vida o dicte el valor que le damos. Este enfoque ofrece la oportunidad de reducir la carga emocional asociada con la lucha incesante, permitiéndonos reservar energía para conectar con nuestras aspiraciones y relaciones, enriqueciendo así nuestra experiencia de vida.

Abriéndose al malestar: aceptación activa y valentía

El acto de aceptar el dolor y el malestar requiere coraje. Implica abrirse a la posibilidad de que, para vivir una vida plena y significativa, algunas experiencias incómodas pueden ser inevitables. En la metáfora de los pasajeros en el autobús, por ejemplo, nuestra vida está representada por un autobús que nosotros conducimos. Dentro hay pasajeros (los pensamientos y emociones incómodas) que a menudo intentan dirigirnos o asustarnos. La aceptación nos invita a que, en lugar de luchar contra ellos y esperar a que se bajen del autobús para continuar nuestro rumbo, continuemos el viaje sin dejar que dominen el rumbo de nuestra vida.

Otra metáfora útil es la del incómodo invitado: aceptar el dolor y el malestar como un invitado no deseado en “la fiesta” de nuestra vida que, aunque incomoda, no interfiere con los planes que realmente queremos cumplir (nos permite disfrutar de la fiesta sin tener que estar pendiente de echar “al incómodo invitado”). Cuando dejamos de luchar contra la incomodidad, esta tiende a perder el poder que tiene sobre nosotros y hace más fácil avanzar hacia una vida plena sin esperar que todo el malestar desaparezca.

Al adoptar esta perspectiva, además, se facilita el desarrollo de una actitud de curiosidad y compasión hacia uno mismo, elementos que suelen quedar fuera cuando el enfoque principal es el control del dolor; curiosidad para observar cómo nos relacionamos con el dolor sin juzgar y compasión para reconocer nuestras limitaciones sin vernos como “débiles” o “fallidos” por no lograr controlarlo. Así, poco a poco, se puede desarrollar una relación más amable con el malestar, en lugar de una postura crítica o negativa que solo aumenta la presión emocional. La aceptación nos permite ver el dolor como una experiencia que, aunque desafiante, puede ser vivida desde una postura consciente y no reactiva.

Hacia una vida con significado: desesperanza creativa y ciencia

La ciencia de la terapia de aceptación y compromiso (ACT, por sus siglas en inglés) respalda esta aproximación, mostrando que la disposición a experimentar y aceptar el dolor puede aliviar considerablemente el sufrimiento. Las personas que practican la aceptación en lugar del control reportan una mejora en su capacidad para vivir en el presente y experimentar menos angustia relacionada con el dolor (4). Al dejar de lado la expectativa de eliminar por completo el malestar, se liberan recursos emocionales y cognitivos que pueden destinarse a objetivos y relaciones significativas, aspectos fundamentales para el bienestar general.

La terapia de aceptación, que incluye la “desesperanza creativa” como elemento terapéutico clave, ha demostrado en estudios clínicos su efectividad para ayudar a personas con dolor persistente. La evidencia científica sugiere que este cambio de perspectiva mejora la calidad de vida, no porque elimine el dolor, sino porque permite que las personas se liberen de la obligación de controlarlo (5). Esta apertura es esencial para reconectar con lo que realmente da sentido a la vida, posibilitando que el dolor no dicte todas las decisiones, sino que sea una parte más del viaje.

Aceptar el malestar no nos daña; en cambio, lo que hagamos para eliminarlo (conductas impulsivas o evitativas) sí puede tener importantes consecuencias negativas en nuestra vida. Al abrirnos a experimentar cierto nivel de incomodidad, permitimos que nuestras emociones y experiencias formen parte de un contexto más amplio (nuestros valores y objetivos vitales) y que nuestras decisiones no giren exclusivamente en torno a la presencia o ausencia de dolor. Así, la aceptación no es un acto de debilidad o resignación, sino una forma activa de valentía, una disposición a vivir una vida significativa y plena pese a la presencia de ciertas dificultades.

Para finalizar, es importante recalcar esta idea de que aceptar el dolor no significa dejar de cuidarse o buscar apoyo. En realidad, aceptar implica reconocer cuándo y cómo buscar ayuda de manera equilibrada, sin que la vida gire únicamente en torno a la eliminación del malestar. La aceptación, acompañada de una actitud de autocompasión, permite a las personas relacionarse consigo mismas de manera amable y sin autocrítica, entendiendo que su sufrimiento no las define. Este enfoque requiere valentía, ya que conlleva reimplicarse en la vida aun cuando se ha experimentado un dolor profundo, apostando por actividades y relaciones significativas sin garantía de ausencia de malestar. Esta autocompasión no solo facilita la aceptación del dolor, sino que también fortalece el compromiso con una vida plena y satisfactoria, en la que el dolor es una experiencia presente pero no limitante. En lugar de resignarse, cada persona puede encontrar fuerza en su capacidad de elegir qué papel le dará al dolor en su vida y cómo caminará hacia una existencia en la que el dolor no sea el único protagonista.

bibliografía

1. Sanabria-Mazo JP, Giné-Vázquez I, Cristobal-Narváez P, Suso-Ribera C, García-Palacios A, McCracken LM, ET AL. Relationship between outcomes and processes in patients with chronic low back pain plus depressive symptoms: idiographic analyses within a randomized controlled trial. Psychother Res. 2024:1-16. DOI: 10.1080/10503307.2024.2382429.

2. Peñacoba C, Pastor-Mira MÁ, Suso-Ribera C, Catalá P, Nardi-Rodríguez A, López-Roig S. Activity Patterns and Functioning. A Contextual-Functional Approach to Pain Catastrophizing in Women with Fibromyalgia. Int J Environ Res Public Health. 2021;18(10):5394. DOI: 10.3390/ijerph18105394.

3. Barnes-Holmes Y, McEnteggart C. Creative hopelessness and why it is so central in ACT. En: Bruyninx l, Barnes-Holmes B, McEnteggart C, Vleugel M, Thewissen R. Practicing Acceptance and Commitment Therapy with Head and Heart. 1.a ed. Routledge; 2024. p. 60-80.

4. Ma TW, Yuen AS, Yang Z. The Efficacy of Acceptance and Commitment Therapy for Chronic Pain: A Systematic Review and Meta-analysis. Clin J Pain. 2023;39(3):147-57. DOI: 10.1097/AJP.0000000000001096.

5. Konstantinou P, Trigeorgi A, Georgiou C, Michaelides M, Gloster A, Mchugh L, et al. Coping with Emotional Pain: An Experimental Comparison of Acceptance vs. Avoidance Coping. Journal of Contextual Behavioral Science. 2024;33: 100820. DOI: 10.1016/j.jcbs.2024.100820.

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Bibliografía
1. 1. Sanabria-Mazo JP, Giné-Vázquez I, Cristobal-Narváez P, Suso-Ribera C, García-Palacios A, McCracken LM, ET AL. Relationship between outcomes and processes in patients with chronic low back pain plus depressive symptoms: idiographic analyses within a randomized controlled trial. Psychother Res. 2024:1-16.
2. 2. Peñacoba C, Pastor-Mira MÁ, Suso-Ribera C, Catalá P, Nardi-Rodríguez A, López-Roig S. Activity Patterns and Functioning. A Contextual-Functional Approach to Pain Catastrophizing in Women with Fibromyalgia. Int J Environ Res Public Health. 2021;18(10):5394.
3. 3. Barnes-Holmes Y, McEnteggart C. Creative hopelessness and why it is so central in ACT. En: Bruyninx l, Barnes-Holmes B, McEnteggart C, Vleugel M, Thewissen R. Practicing Acceptance and Commitment Therapy with Head and Heart. 1.a ed. Routledge; 2024. p. 60-80.
4. 4. Ma TW, Yuen AS, Yang Z. The Efficacy of Acceptance and Commitment Therapy for Chronic Pain: A Systematic Review and Meta-analysis. Clin J Pain. 2023;39(3):147-57.
5. 5. Konstantinou P, Trigeorgi A, Georgiou C, Michaelides M, Gloster A, Mchugh L, et al. Coping with Emotional Pain: An Experimental Comparison of Acceptance vs. Avoidance Coping. Journal of Contextual Behavioral Science. 2024;33: 100820. DOI: 10.1016/j.jcbs.2024.100820.
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Suso Ribera C. Motivar al cambio conductual: del control a la aceptación. MPJ. 2025;5:31-35 DOI: 1020986/mpj20251090/2025


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