Introducción
El dolor neuropático (DN), se define como aquel originado por una lesión o enfermedad del sistema somatosensorial (1,2). Los mecanismos fisiopatológicos incluyen activación microglial, neuroinflamación, alteraciones metabólicas y estrés oxidativo (3). Recientemente, la nutrición ha ganado atención por su capacidad para influir en estos mecanismos.
El dolor neuropático es una condición multifactorial que afecta entre el 7 % y el 10 % de la población, caracterizándose por su complejidad fisiopatológica y su impacto debilitante en la calidad de vida de los pacientes (1).
Es el resultado de una lesión o enfermedad que afecta al sistema nervioso, lo que genera síntomas que incluyen dolor persistente, hiperalgesia y alodinia.
Entre las condiciones asociadas al dolor neuropático se encuentran la neuropatía diabética, la neuralgia postherpética, la neuropatía inducida por quimioterapia y el dolor postquirúrgico (2). Más recientemente se ha empezado a diferenciar también el llamado dolor neuropático central (DNC), causado por una lesión o enfermedad en el sistema nervioso somatosensorial central. Al igual que el periférico, se caracteriza por un dolor espontáneo continuo o intermitente que puede acompañarse de alodinia o hiperalgesia. La distribución de las anormalidades sensoriales dependerá de la causa del DNC (3). En el caso de presentarse como consecuencia de un ictus, el dolor se presenta en las zonas contralaterales a la zona del ictus; en el caso de una lesión en la médula espinal, la localización del dolor suele ser por debajo de la lesión, o en el caso de ser consecuencia de la esclerosis múltiple, la localización dependerá de las zonas que estén afectadas en el sistema nervioso central (SNC) (4).
La clasificación del DN puede ser en función de la enfermedad o lesión subyacente o en función del fenotipo. La clasificación fenotípica será útil para personalizar el tratamiento y el manejo del DN y en la última publicación de la 11.ª edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11) se diferencia entre DN de origen periférico y DN de origen central (5), donde se incluyen hasta 9 patologías típicas asociadas al dolor persistente o recurrente (Figura 1) o en función de la etiología (Figura 2).
La prevalencia del DN es complicada de establecer en algunos casos, debido a los cambios de definiciones y clasificaciones; sin embargo, está bien establecido que la prevalencia es especialmente alta en algunas situaciones clínicas (daño espinal, diabetes, etc.). La Tabla I presenta un resumen de los datos de prevalencia de DN en diversos tipos de poblaciones.
La fisiopatología del dolor neuropático incluye procesos como activación microglial, liberación de citoquinas proinflamatorias (TNF-α, IL-6) y disfunción mitocondrial, todos los cuales conducen a sensibilización central y periférica.
A nivel periférico, el daño neural a nivel de los nervios periféricos provoca una cascada neuro-inmune altamente organizada que juega un papel importante en el inicio y mantenimiento del DN. La acumulación de células inmunes como neutrófilos, macrófagos y mastocitos en el lugar del daño contribuyen a la sensibilización periférica. Estas células inmunes liberan NO, ATP, lípidos, prostaglandinas, citoquinas, etc., que sensibilizan también la zona intacta del axón. Esos procesos neuro-inflamatorios terminan generando daño en el nervio y, aunque los nervios dañados son retirados por fagocitosis, la sensibilidad neuropática se mantiene debido al efecto generado en la zona intacta del axón (5).
En el SNC es de especial relevancia la microglía (macrófagos del SNC), ya que tras su activación (causada por diversos mediadores) se producen una serie de cascadas intracelulares que tienen como consecuencia la liberación de mediadores pro-inflamatorios desde la microglía (TNF-alfa, IL-1B o factor neurotrófico derivado del cerebro-BDNF). En diversos estudios se han identificado niveles elevados de estos mediadores pro-inflamatorios en el líquido cerebroespinal, confirmándose la hipótesis de que la neuro-inflamación central es clave en el DN (4).
La fisiopatología del DN es compleja y todavía en estudio, pero lo que sabemos hoy en día confirma que existen muchas rutas y mecanismos implicados en el desarrollo del DN, por lo que es de gran importancia explorar enfoques terapéuticos adicionales que vayan más allá del control sintomático (3,19-33).
Recientemente, la nutrición ha surgido como una estrategia complementaria en el manejo del dolor neuropático. De hecho, como hemos visto que hay un tipo de DN periférico que está directamente relacionado con la deficiencia de vitamina B12. Los tratamientos nutracéuticos tienen un efecto complementario al tratamiento farmacológico en el tratamiento del DN.
Nutrientes clave aportan un claro efecto beneficioso en el manejo del dolor, como es el caso del efecto analgésico de las vitaminas del complejo B en concentraciones optimizadas (3,34), los ácidos grasos poliinsaturados (omega-3) (24), la vitamina D (35,36), la actividad antioxidante y neuroprotectora de polifenoles (como la curcumina o la pirroloquinolina quinona [PQQ]) (37), el efecto neuroprotector y antinociceptivo del magnesio (38) o la actividad reparadora de la uridina (39), han mostrado efectos prometedores en la modulación de la inflamación, la reducción del estrés oxidativo y la reparación nerviosa.
Asimismo, patrones dietéticos específicos, como la dieta mediterránea y la dieta cetogénica, ofrecen beneficios en términos de reducción de marcadores inflamatorios y mejora de la función metabólica (3,20-25).
Esta revisión se enfoca en analizar la evidencia disponible sobre cómo los nutrientes, suplementos y dietas específicas pueden influir en los mecanismos subyacentes del dolor neuropático, y cómo estas estrategias pueden integrarse en la práctica clínica.
Material y métodos
Se han seleccionado revisiones sistemáticas y extensión de metanálisis para revisiones de alcance (PRISMA-ScR) y ensayos clínicos controlados. Las bases de datos consultadas han sido PubMed, Scopus, UpToDate, Embase, y Cochrane Library (3,6,8,11,13,14,30,34,36,40).
Mecanismos fisiopatológicos y rol de la nutrición
Estrés oxidativo y dolor neuropático
El estrés oxidativo desempeña un papel central en el daño neuronal asociado con el dolor neuropático (41). Los antioxidantes como la vitamina E, el ácido alfa-lipoico (ALA) y el resveratrol han demostrado reducir el daño oxidativo y modular las respuestas inflamatorias (Figura 3).
Neuroinflamación
La activación de la microglía y la producción de citoquinas inflamatorias (TNF-α, IL-6) exacerban la sensibilización central. Nutrientes como los ácidos grasos omega-3 y la curcumina actúan reduciendo la inflamación (23,24).
Reparación y regeneración nerviosa
Se ha debatido la participación de las vitaminas B neurotrópicas (B1 – tiamina, B6 – piridoxina y B12 – cianocobalamina) como moduladores de la inflamación y el dolor. Nuevas evidencias sugieren su potencial terapéutico en diferentes trastornos del dolor. La revisión de la literatura realizada muestra que, a través de diferentes mecanismos, estas vitaminas regulan varios mediadores inflamatorios y neurales en el dolor nociceptivo y neuropático. Algunos de estos procesos incluyen, apuntando a la activación del sistema modulador del dolor descendente y en vías intracelulares específicas, efectos antinflamatorios, antioxidantes y regenerativos nerviosos. Además, datos recientes muestran los efectos antinociceptivos, antialodínicos y antihiperalgésicos de la combinación de estas vitaminas, así como sus efectos sinérgicos con analgésicos conocidos (3).
Micronutrientes y suplementos en el dolor neuropático
(Tablas II y III)
El papel de los omega-3 y las resolvinas como antinflamatorios en DN se ha demostrado en varios estudios. Las resolvinas, derivadas de los omega-3, suprimen de forma activa los mediadores pro-inflamatorios y ayudan a la resolución de la inflamación. Las resolvinas reducen la hipersensibilidad y regulan las citoquinas inflamatorias y la activación de la glía a nivel espinal y dorsal (20).
Dietas específicas y su impacto en el dolor neuropático
(Tabla IV)
Dieta mediterránea
La dieta mediterránea, rica en frutas, vegetales, grasas saludables (como el aceite de oliva) y antioxidantes, se ha asociado con una menor prevalencia de dolor crónico. Estudios sugieren que reduce marcadores inflamatorios como la PCR y citoquinas proinflamatorias en pacientes con neuropatías crónicas (28).
Dieta Keto y dolor neuropático
La dieta cetogénica, basada en una alta ingesta de grasas y baja en carbohidratos, mejora la sensibilidad insulínica y reduce la neuroinflamación. En modelos animales, ha mostrado resultados positivos en la neuropatía diabética (29).
Respecto a la vitamina D (VD) existe amplia evidencia de sus efectos beneficiosos en dolor. Los receptores de VD (VDR) están presentes en el sistema nervioso central y periférico donde actúa como antinflamatorio, neuroprotector e inmunomodulador (35). El efecto neuroprotector se debe a que reduce las especies reactivas de oxígeno (ROS) y aumenta los antioxidantes, el efecto antinflamatorio se debe a la reducción de las citoquinas inflamatorias (IFN gamma, TNF alfa, IL-17, IL-22) y el aumento de la síntesis de citoquinas antinflamatorias (IL-10, TGFbeta). El efecto inmunomodulador se produce al estimular el sistema inmune innato y modular el sistema inmune adaptativo y los procesos de auto-tolerancia. La revisión de los mecanismos y evidencia clínica de la VD en dolor fue objeto de una revisión detallada publicada en 2022 (22).
Suplementos clave en el tratamiento del dolor neuropático
(Tabla V)
Ácido alfa-lipoico (ALA)
El ALA ha mostrado ser efectivo en reducir los síntomas de la neuropatía diabética a través de su capacidad antioxidante y antinflamatoria. En un ensayo clínico, dosis de 600 mg diarios mejoraron el dolor en un 40 % en pacientes con neuropatía (23).
Curcumina
La curcumina, un polifenol, el principal compuesto activo de la cúrcuma, disminuye la activación microglial y la producción de citoquinas inflamatorias (27). Se han indicado varios mecanismos posibles para su efecto antinociceptivo, como el antioxidante y el antinflamatorio, así como la deregular negativamente la expresión génica expresada por la HAT (histona acetil-transferasa) P300/CBP (43).
Uridina
La presencia de precursores de fosfolípidos, uridina y colina, presentes en la sangre y formados endógenamente o derivados de los alimentos (colina y ácidos grasos omega-3), puede tener ambos efectos sobre el SNC: aumenta fosfolípidos cerebrales, las proteínas sinápticas, el crecimiento de las neuronas y la formación de prolongaciones dendríticas (39).
Polifenoles y quinonas
Pueden desempeñar un papel importante en vías importantes para la señalización celular y actuar como antioxidante. Su variación en la dieta provoca una modulación y agotamiento del ADN mitocondrial, que se asocia con miocardiopatías, retrasos en el desarrollo y deterioro de la función neurológica, lo que resalta aún más la importancia de una función mitocondrial óptima para la salud (44).
Magnesio
El magnesio desempeña un papel importante en la prevención de la sensibilización central y en la atenuación de la hipersensibilidad al dolor establecida, y su principal modo de acción parece implicar su acción antagonista dependiente del voltaje en los receptores N-metil-D-aspartato (NMDA). Dada la supuesta función del receptor NMDA en la transducción del dolor, el magnesio ha sido investigado en diversas afecciones clínicas asociadas con el dolor agudo o crónico. Una infusión intravenosa de magnesio durante 2 semanas seguida de 4 semanas de suplementación oral de magnesio puede reducir la intensidad del dolor y mejorar la movilidad de la columna lumbar durante un período de 6 meses en pacientes con dolor lumbar crónico refractario con un componente neuropático (38).
Los efectos beneficiosos del tratamiento con magnesio también se han demostrado en pacientes que sufren dolor neuropático, como aquellos con síntomas neurológicos relacionados con neoplasias malignas, neuralgia posherpética, neuropatía diabética y neuropatía periférica inducida por quimioterapia (45).
Ácido fólico
Se ha demostrado en roedores que los suplementos de ácido fólico, un donante clave de metilo en el sistema nervioso central (SNC), aumentan la regeneración axonal y la reparación del SNC lesionado, en parte a través de la metilación. El ácido fólico podría aliviar el dolor neuropático y mejorar la recuperación funcional después de una lesión de la médula espinal (LME), posiblemente al reducir la expresión de la metaloproteinasa 2 (MMP2) (30,46).
Se ha publicado el efecto neuroprotector del ácido fólico contra la toxicidad de la homocisteína, las enfermedades neurodegenerativas, las afecciones neuropsiquiátricas y la salud neuronal fetal y neonatal (40).
Discusión
La evidencia sugiere que una nutrición adecuada puede modular los mecanismos fisiopatológicos del dolor neuropático. Sin embargo, aún persisten desafíos, como la necesidad de estandarizar las dosis de suplementos y comprender las interacciones entre nutrientes y tratamientos farmacológicos (20-22).
La revisión de la literatura destaca la influencia significativa de la nutrición en los mecanismos fisiopatológicos del dolor neuropático. Los resultados obtenidos sugieren que ciertos nutrientes y patrones dietéticos pueden actuar como moduladores efectivos de procesos clave como la neuroinflamación, el estrés oxidativo y la regeneración nerviosa.
Impacto de los micronutrientes
La composición Neural Plactive®, complemento alimenticio a base de Uridina-5- monofosfato, polifenoles y quinonas, magnesio, ácido fólico (L-metilfolato cálcico) y vitamina B12, contribuye al funcionamiento normal del sistema nervioso (47). Estudios recientes han demostrado que la deficiencia de las vitaminas B1, B6 y B12 están correlacionadas con una mayor incidencia de dolor neuropático en diferentes trastornos dolorosos. Sin embargo, uno de los principales desafíos es determinar la dosis óptima para obtener efectos terapéuticos sin causar toxicidad (3).
Rol de los antioxidantes
El ácido alfa-lipoico (ALA) y el resveratrol han mostrado efectos positivos en la reducción del dolor neuropático, particularmente en modelos de neuropatía diabética. Estos compuestos ejercen su acción principalmente a través de la disminución del estrés oxidativo y la mejora de la función mitocondrial. Aunque los resultados son prometedores, aún se necesitan ensayos clínicos a gran escala para confirmar su eficacia en diferentes poblaciones (23,26).
Dietas específicas
La dieta mediterránea se ha asociado con una reducción de los marcadores inflamatorios y una mejora en la percepción del dolor en pacientes con neuropatías crónicas. Por otro lado, la dieta cetogénica, aunque restrictiva, ofrece beneficios específicos en la neuropatía diabética al mejorar la sensibilidad insulínica y reducir la inflamación.
Limitaciones y áreas de futuro
Aunque la evidencia sugiere un impacto positivo de la nutrición en el dolor neuropático, existen limitaciones que deben abordarse:
1. Heterogeneidad en los estudios: las diferencias en las metodologías y poblaciones dificultan la generalización de los resultados.
2. Falta de guías clínicas específicas: la integración de estrategias nutricionales en el manejo del dolor neuropático requiere el desarrollo de protocolos basados en la evidencia.
3. Necesidad de estudios longitudinales: evaluar los efectos a largo plazo de intervenciones nutricionales es fundamental para entender su sostenibilidad y eficacia.
En el futuro, se espera que investigaciones multidisciplinarias que integren nutrición, farmacología y neurociencia ofrezcan enfoques más personalizados y efectivos para el manejo del dolor neuropático.
Conclusión
La nutrición emerge como una herramienta complementaria de gran interés en el abordaje del dolor neuropático, con capacidad para modular procesos fisiopatológicos clave como la neuroinflamación, el estrés oxidativo y la regeneración nerviosa. Micronutrientes como las vitaminas del complejo B, el ácido alfa-lipoico, los ácidos grasos omega-3 y la vitamina D, entre otros, han mostrado efectos beneficiosos en estudios preclínicos y clínicos, aunque persisten limitaciones en cuanto a la estandarización de dosis y la identificación de perfiles de pacientes que más se benefician.
Asimismo, patrones dietéticos específicos como la dieta mediterránea y la dieta cetogénica, han evidenciado efectos positivos en la modulación del dolor y la inflamación, lo que refuerza la necesidad de considerar estrategias nutricionales dentro de un enfoque multidisciplinar para el manejo del dolor neuropático.
Sin embargo, la integración efectiva de la nutrición en la práctica clínica exige el desarrollo de guías basadas en evidencia robusta, la realización de estudios longitudinales de alta calidad y una mejor comprensión de las interacciones entre los nutrientes y los tratamientos farmacológicos convencionales.
En conclusión, la evidencia actual respalda el papel de la nutrición como una estrategia coadyuvante prometedora en el tratamiento del dolor neuropático. Su incorporación sistemática en los protocolos de manejo podría mejorar los resultados clínicos, disminuir la carga farmacológica y favorecer un abordaje más integral y personalizado del paciente con dolor crónico.
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